La mujer del donostiarra brutalmente agredido por 'skins' en Zaragoza relata lo sucedido
Ramón Redondo acababa de salir de casa de unos amigos. Eran aproximadamente las dos y media de la madrugada del domingo. Ramón vive en Zaragoza desde hace un año, aunque él es donostiarra. Se disponía a volver a su casa, buscaba un taxi. No tuvo tiempo para nada. Cinco individuos de estética skin le siguieron en el barrio del Actur de la capital aragonesa y le propinaron una brutal paliza. Los agresores, con las cabezas rapadas y ataviados con camisetas de tirantes y botas militares, acorralaron al joven y le agredieron hasta dejarle tirado en el suelo con una gran brecha en la cabeza. Ramón trató de evitarles, incluso intentó defenderse, pero cinco eran muchos. Antes de abandonarle a su suerte, los agresores le golpearon con un ladrillo y un trozo de hierro de una alcantarilla. Gravemente herido, el joven guipuzcoano llamó por teléfono a su pareja. «Me han atacado», le dijo. «Casi no podía hablar, se echó a llorar, estaba muy nervioso. Un hombre que había acudido a socorrerle y que estaba junto a él me explicó lo que había sucedido. Me dijo que ya había llamado a la Policía y a una ambulancia», manifestó ayer Sabina, compañera de Ramón.
La rápida intervención de este ciudadano permitió la detención en las proximidades de los presuntos autores de la agresión. Se trata de cinco jóvenes, dos de ellos menores de edad, que ya han sido puestos a disposición de la Fiscalía. Los otros tres fueron conducidos ayer ante la autoridad judicial. Son Juan Antonio I.R., de 20 años y natural de Hospitalet de Llobregat; José Alberto B.R., de 23, vecino de Zaragoza; y la también zaragozana Gemma Benjamina P.B., de 18 años.
«Casi le matan. No había ningún motivo para agredirle», manifestó ayer Sabina desde el Hospital Miguel Servet de Zaragoza, donde la víctima permanecía ingresada. «Cuando Ramón me llamó no quería que fuera al lugar donde él estaba. Tenía miedo a que los agresores pudieran volver. Además, me decía que había mucha sangre. ¿Sangre?, aquello me alarmó todavía más. Entonces le dije que siguiera hablando por el teléfono hasta que acudiera la ambulancia. Sólo cortamos cuando llegó».
Tres ataques
Sabina salió lo más rápidamente posible de su casa, se subió a un taxi y se personó en el hospital. «Cuando llegué, vi a dos policías y corrí hasta ellos. Eran los mismos que le habían asistido. Al poco vinieron los médicos y preguntaron si Ramón tenía antecedentes de epilepsia. Les dije que no. Al parecer, desde su ingreso había sufrido tres ataques consecutivos. Yo no sabía qué hacer», señaló Sabina. Las posteriores pruebas médicas a las que el joven donostiarra fue sometido permitieron descubrir que sufría un hundimiento de la bóveda craneal y que una astilla se le había incrustado en una parte del cerebro. «Le tuvieron que intervenir y tras la operación los médicos se mostraron optimistas, aunque nos dijeron que había que esperar unas 48 horas para saber si puede sufrir algún tipo de secuela», explicó Sabina. Las últimas exploraciones realizadas ayer mismo han permitido determinar que la víctima no sufre hemorragia cerebral alguna, por lo que ayer por la tarde Ramón Redondo comenzó a ser despertado del coma inducido en el que se encontraba.
Ramón tiene 29 años, nació en Donostia y es programador informático. Desde hace hace un año reside en Zaragoza, donde trabaja en la empresa Sync Intertainment S.L. Nada más tener conocimiento de lo ocurrido, los padres del joven se desplazaron a la capital maña. «Todos estamos profundamente afectados. No entendemos el motivo de esta agresión. Ramón es un hombre sumamente tranquilo y, además, muy miedoso. Lo ha tenido que pasar muy mal. Confiemos en que todo salga bien», señaló Sabina.
La rápida intervención de este ciudadano permitió la detención en las proximidades de los presuntos autores de la agresión. Se trata de cinco jóvenes, dos de ellos menores de edad, que ya han sido puestos a disposición de la Fiscalía. Los otros tres fueron conducidos ayer ante la autoridad judicial. Son Juan Antonio I.R., de 20 años y natural de Hospitalet de Llobregat; José Alberto B.R., de 23, vecino de Zaragoza; y la también zaragozana Gemma Benjamina P.B., de 18 años.
«Casi le matan. No había ningún motivo para agredirle», manifestó ayer Sabina desde el Hospital Miguel Servet de Zaragoza, donde la víctima permanecía ingresada. «Cuando Ramón me llamó no quería que fuera al lugar donde él estaba. Tenía miedo a que los agresores pudieran volver. Además, me decía que había mucha sangre. ¿Sangre?, aquello me alarmó todavía más. Entonces le dije que siguiera hablando por el teléfono hasta que acudiera la ambulancia. Sólo cortamos cuando llegó».
Tres ataques
Sabina salió lo más rápidamente posible de su casa, se subió a un taxi y se personó en el hospital. «Cuando llegué, vi a dos policías y corrí hasta ellos. Eran los mismos que le habían asistido. Al poco vinieron los médicos y preguntaron si Ramón tenía antecedentes de epilepsia. Les dije que no. Al parecer, desde su ingreso había sufrido tres ataques consecutivos. Yo no sabía qué hacer», señaló Sabina. Las posteriores pruebas médicas a las que el joven donostiarra fue sometido permitieron descubrir que sufría un hundimiento de la bóveda craneal y que una astilla se le había incrustado en una parte del cerebro. «Le tuvieron que intervenir y tras la operación los médicos se mostraron optimistas, aunque nos dijeron que había que esperar unas 48 horas para saber si puede sufrir algún tipo de secuela», explicó Sabina. Las últimas exploraciones realizadas ayer mismo han permitido determinar que la víctima no sufre hemorragia cerebral alguna, por lo que ayer por la tarde Ramón Redondo comenzó a ser despertado del coma inducido en el que se encontraba.
Ramón tiene 29 años, nació en Donostia y es programador informático. Desde hace hace un año reside en Zaragoza, donde trabaja en la empresa Sync Intertainment S.L. Nada más tener conocimiento de lo ocurrido, los padres del joven se desplazaron a la capital maña. «Todos estamos profundamente afectados. No entendemos el motivo de esta agresión. Ramón es un hombre sumamente tranquilo y, además, muy miedoso. Lo ha tenido que pasar muy mal. Confiemos en que todo salga bien», señaló Sabina.
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