Miami busca reaccionar para empatar la final

Los Mavericks parten como favortitos para poner el 2-0 en la eliminatoria.

Dallas Mavericks y Miami Heat juegan esta madrugada (a las 3.00 hora española) el segundo partido de la final de la NBA. Un enfrentamiento que será totalmente diferente al primer partido, que, aunque reciente, ya suena a una vieja historia. Dallas quiere colocar el 2-0 y dejar la final casi sentenciada, mientras que Miami quiere soprender y romper el factor campo, de momento favorable a los Mavericks. Las apuestas se inclinan más por un 2-0 que por el 1-1, en una serie que está planteada como en un formato 2-3-2.

Entre el primer y el segundo partido, los dos staffs técnicos han tenido tiempo para analizar todo lo ocurrido en los primeros 48 miuntos de la final. Las enseñanzas que pueden sacar son muy diversas, pero está claro que ninguna de las estrellas, léase Nowitzki, O'Neal y Wade, fueron los jugadores decisivos que todo el mundo esperaba. La guerra de las estrellas está en tablas, auque está claro que tarde o temprano aparecerán.

El protagonismo se lo llevó la segunda línea, formada por jugones y especialistas, y que tiene mucho que decir en esta finalísima de la NBA. Habrá que seguir de muy cerca a Jason Terry, un veterano de 29 años y 6 temporadas de experiencia, que entró en esta ronda final con una fuerza descomunal al pulverizar la defensa de los Heat y arrasar de paso a Jason Williams y Gary Payton. Después de su exhibición del pasado jueves (anotó 32 puntos cuando su promedio en este playoff estaba en 17,8), lo tendrá difícil para volver a ser el jugador sorpresa.

En Miami, la segunda línea es más frágil que la de los Mavs. Sin contar a los jugones Shaq y Wade, todas las miradas se dirigen hacia Walker y Jason Williams. Estuvieron un pelín por encima de sus posibilidades en el primer partido, pero muy lejos de la pareja rival formada por Terry y Howard. Miami necesita equilibrar este duelo para mantener sus aspiraciones de cara a los próximos partidos, y, permitir que O'Neal consiga su cuarto anillo y que Pat Riley reverdezca viejos tiempos