Los Mavericks encarrilan la Final de la NBA

Dirk Nowitzki, con 26 puntos y 16 rebotes, recuperó su condición de líder indiscutible de los Mavericks de Dallas que vencieron por 99-85 a los Heat de Miami en el segundo partido de las Finales de la NBA que ahora ganan por 2-0 al mejor de siete. El tercer partido de la serie se disputará el próximo martes en el American Airlines Arena de Miami, si las condiciones climatológicas que genere la primera tormenta tropical Alberto no afectan al área urbana de la ciudad.

Junto a Nowitzki, que anotó 8 de 15 tiros de campo y 10 de 11 desde la línea de personal, repartió cuatro asistencias y puso dos tapones, el escolta reserva Jerry Stackhouse aportó 19 puntos para ser el factor sorpresa y el sexto hombre perfecto de los Mavericks.

El base Jason Terry consiguió 16 puntos con nueve asistencias y el alero Josh Howard logró 15 tantos, mientras que el pívot reserva Erik Dampier fue otra de las claves en el defensa de los Mavericks al conseguir seis anotaciones y 13 rebotes con un tapón.

Partido para olvidar de O' Neal
Mientras Nowitzki surgió como el líder que los Mavericks necesitaron para ganar, los Heat vieron como su pívot estrella Shaquille O'Neal, que había hablado antes del partido que lo sucedido en el primero fue un accidente mental, lo hizo todavía peor al quedarse con sólo cinco puntos, su peor marca como profesional en un encuentro de la fase final.

El único que volvió a responder por los Heat fue el escolta Dwyane Wade que con 23 puntos, ocho rebotes y tres asistencias intentó evitar la derrota que los deja sin conocer todavía la victoria en sus primeras Finales de la NBA en los 18 años de franquicia.

El partido se rompió en los últimos minutos del segundo cuarto cuando los Mavericks se fueron al descanso con un marcador parcial de 50-34 y completó una racha de 20 minutos de 59 tantos por sólo 30 de los Heat. De nuevo el pívot estrella Shaquille O'Neal comenzó fallando todo lo que tiró desde la línea de personal y el equipo lo notó al ver como no podían tampoco imponer el ritmo de juego.