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LA REAL, EN PUESTOS DE DESCENSO

LA REAL, EN PUESTOS DE DESCENSO

La Real volvió a perder ayer en Pamplona en un partido en el que afloraron todas sus limitaciones y obliga a apelar a todo lo imaginable para lograr la salvación en las últimas nueve jornadas de Liga.

La Real ha dejado de ser un colectivo fiable. Existe la seria certeza de si alguna vez lo ha sido bajo la dirección de Gonzalo Arconada, pero a estas alturas, con nueve partidos por delante y la amenaza más seria de descenso de la última década encima, la Real ya ha dejado de ser un equipo fiable. Desconozco si lo será en los menos de dos meses que restan para que concluya el campeonato. Nada me gustaría más que lo fuera, pero en estos momentos, el colectivo txuri urdin que dirige el técnico donostiarra carece del mínimo rumbo para optar a sumar los puntos que le pueden mantener en la categoría. Sin argumentos futbolísticos, presa de la más absoluta impotencia con el balón en los pies, la Real es un enemigo totalmente vulnerable a los ojos del rival que semana sí y semana también, desangra al histórico club guipuzcoano que ve como su camiseta se empieza a ir por el desagüe, ante la inaceptable compasión de clubs menores como Osasuna, que persisten en la categoría por causas ajenas a las deportivas, y que ahora se permiten el lujo de dar a los blanquiazules la palmadita de quien se cree superior. Tiempo al tiempo.

La Real ha dejado ser un equipo fiable. Su doctrina está agotada. Es imposible creer en esta versión de la religión txuri urdin que de forma ineludible va a dar con el club en Segunda si no se varía el credo. Desde que Arconada se hizo cargo del equipo, la Real ha perdido seis de los ochos partidos que ha disputado, ha dilapidado todo el colchón -mucho o poco- que tenía en la clasificación y lo peor de todo es que se apresta a encarar la fase definitiva de la competición, la guerra de nueve partidos en la que tendrá que sumar doce puntos, en una situación absolutamente degenerativa. Sin ninguna autoestima, sin ningún argumento y totalmente a la deriva, sin esperanza a la que agarrarse.

La Real ha pasado en apenas tres meses de ser un equipo que defendía mal pero que jugaba bien a fútbol, que marcaba dos goles por partido, que era capaz de poner en jaque al Real Madrid y al Sevilla o de ir ganando en el campo del Racing, y al que los puntos se le iban en los minutos finales, a ser un colectivo absolutamente desorientado, sin ningún refuerzo en lo que hacía bien -el trabajo con balón- y sin la solidez defensiva para que la resistencia le sirva para algo. Puede ocurrir una vez, como ocurrió en el campo del Depor, a fuerza de un compromiso extremo y en el campo de uno de los peores locales de la Liga, pero ese compromiso, esa extenuación en el trabajo sin balón ni tiene continuidad ni los actores necesarios para llevarlo a cabo lo que, unido al deterioro que el equipo ha sufrido en las últimas semanas en su argumentación con la posesión, ha desembocado en este desastroso equipo que ya no funciona en ninguna de las dos direcciones del juego.

Un grupo desorientado

Gonzalo Arconada ha terminado de desorientar a su equipo. Porque buena parte de la responsabilidad del deterioro al que se ha visto sometido el equipo la tiene el entrenador. La Real ha sido incapaz de ser fiel a un guión en los últimos ocho partidos. Cualquiera que fuera, pero un guión. Un día ha jugado con dos puntas y otro día con uno; empezó con Larrea de pivote titular y ahora está en la grada, con Boris -inactivo dos años- en su puesto; un día faltó fe táctica, otro día argumentos; un día la Real fue víctima de la desgracia y otro día arrollada por el enemigo. Todo ello en medio de una palpable desorientación por parte del técnico que hoy puede costarle el puesto porque no ha sido capaz de dar con una idea fiable, una idea a la que seguir, una religión futbolística en la que creer. Y por eso esta Real ha dejado de ser fiable. No se puede creer en ella.

Ocho semanas han dado para ocho ideas diferentes y cuando una cosa daba la impresión de funcionar, se optaba por otra. Así, hasta el punto de sustituir ayer a Nihat y Mark González, dos de los argumentos más fiables con el balón de la Real, por un jugador que se ha pasado cuatro meses lesionado y por otro que era carne de grada cada domingo. De locos.

Toda vez que Osasuna es la antítesis de la Real, un equipo lanzado y absolutamente entregado a lo que hace, le bastó aplicarse en una versión B para desnudar a la Real. Primero marcando un golazo nada más iniciarse el partido y después entregándose a una negociación del resultado con una determinación admirable en la que, evidentemente, dejaron claro que no tienen ninguna deuda con la Real. Ni sus jugadores, fuertes, duros, en el límite del reglamento, de verdad, ni su entrenador que metió a su mejor medio centro para sujetar el resultado primero y a un tercer central cuando la Real metió a De Paula.

En el medio, la nada. Y en un partido más o menos controlado. He ahí el gran drama. La Real tuvo balón y jugó mucho en campo de Osasuna, pero nada. Al margen de la entrega total de Gari y Garrido -corazones como esos se necesitan- y la electricidad discontinua de Mark González, el vacío. Ricardo apenas se ensució los guantes.

Porque la Real no tiene idea. Y para salir de la cruenta guerra del descenso, sólo cuenta eso. Tener una idea, aunque no parezca muy brillante. Y seguirla hasta el final con la mayor de las determinaciones. No mudar cada semana de plan como si todo fuera intrascendente. Nada lo es. Cambiar de dirección a un colectivo de forma permanente le quita toda la seguridad hasta el punto de ser lo que es ahora la Real, un grupo presa del pánico, cuando llega el momento decisivo

1 comentario

hernatxi -

Javier Aldasoro en MD:
\'Sé que no es momento, pero me es imposible pasar por alto todo lo que sucedió en la zona mixta de Anoeta tras el partido que la Real \'disputó\' ante el Barça. Jugadores de la Real pidiendo camisetas y autógrafos a los del Barça y, para que el sainete tuviera de todo, familiares de algunos consejeros hacían lo propio entre periodistas que no podían cumplir con su labor. Eso, tras un 0-2 . No es más que la respuesta natural al trato -más bien maltrato- que ha recibido esta institución en los últimos tiempos. Se ha falseado la realidad, se ha recurrido a la demagogia para construir \'otro\' futuro imposible y se han utilizado formas irresponsables. Ahora pasa lo que pasa. La institución no ha sido respetada y vemos lo que vemos. Hace tiempo que vengo hablando del deterioro de la entidad, del debilitamiento de la institución, y a los hechos me remito.

En el tema deportivo, los jugadores tienen la clave. Deben dejarse el alma esta tarde. Tendrán que presionar de verdad y morir matando. ¡Comeos la hierba! ¡Corred hasta perder la razón! ¡Presionad hasta reventar! ¡Morded hasta quedaros sin dientes! Este escudo merece eso y mucho más\'.
Pues es lo que hay.